tsuboi 2

Al pie del Puente Miyuki, que dividía la vida y la muerte

“Morir aquí" en el suelo

Aproximadamente tres horas después del lanzamiento de la bomba atómica, a las 8:15 am del 6 de agosto, hay una famosa foto tomada por el Sr. Yoshito Matsushige, del Chugoku Shimbun, en el Puente Miyuki.
Hay mucha gente en la imagen y yo estoy aquí.
Cuando entré en el puesto de policía, pensando que habría sombra, olí a muerto. Pensé: “No, no puedo escapar aquí", así que salí de nuevo y me senté al pie del puente.
La parte posterior de la foto se ve negra, ¿verdad? Estaba ardiendo por todos lados. Todas estas casas se quemaron. No había cura, así que pensé: “Realmente moriré". Mi certificado de inscripción, que siempre llevaba en mi bolsillo, se había quemado y no había nada que me identificara. Me senté en el suelo y escribí: “Tsuboi murió aquí".
Llegó una camioneta del ejército y comenzó las operaciones de rescate. Mirándolo, pensé: “Que me lleven a mí también". Pero no podía hablar.
Por ser una camioneta ligera, se llenaría si subían 10 personas a la plataforma de carga. Sin embargo, un soldado que se bajó del asiento del pasajero de la camioneta dijo: “Solo los hombres jóvenes pueden subir a esta camioneta". “No llevar a mujeres y niños" significa “no ayudarlos". Tampoco abuelos. “No pueden pelear con un arma", pensaban los militares.

La niña que escapó en dirección al fuego

Una niña de segundo grado de la escuela primaria puso el pie en una llanta de la camioneta y trató de subir por el borde de la plataforma de carga. El soldado que la vio se enojó, diciendo: “¡Oye, fuera!". Con solo un pequeño grito, la niña se cayó. Quería decir: “Déjala subir". Pero no. Si yo se lo dijera, me diría: “¡¡Este no japonés !! ¿Vas contra el ejército?". Me dispararía con una pistola. Esa época era así.
Pensé: “pobre". Entonces la niña se escapó. Escapó en dirección al fuego.
En ese momento, le dije con mi toda voz: “¡¡Si huyes, huye a un lugar sin fuego!!". Pero no sé si la niña me escuchó. Incluso los adultos estaban muriendo. Era imposible que una niña sobreviviera sola. Me siento culpable por no haber podido ayudarla. Me atormenta.
No solamente tenía este pensamiento: “¡Qué maldita la bomba atómica!". Mató a toda la gente que vivía ahí. En ese momento, llegó un equipo de guardias (una organización responsable de la lucha contra incendios y la defensa aérea local). Uno me dijo: “Oye, joven de ahí, ¿qué te pasó? Huye pronto". Cuando le respondí: “No, ya no puedo caminar", dijo, “Está bien, te ayudaré". Yo estaba desnudo. El sol brillaba intensamente. Él fue a algún lugar y probablemente se quitó la camisa. Y me la puso. Luego, dijo: “Oye, sube", y me subió a la camioneta. Incluso en la camioneta hacía calor bajo el sol. Entonces, un joven se puso de pie y me hizo sombra. Debería sentarse porque la camioneta corría traqueteando, pero me tapó la luz del sol. Aunque él también estaba herido, aunque se podía caer y ser atropellado. También me dijo: “¡Ánimo!". Pensé muchas veces: “Gracias, gracias".

Reencuentro con compañeros de clase

Y me llevaron al puerto.
Cuando llegué allí, ya había muchos cadáveres. Allí vi a un compañero de clase. “¡Oh! ¡Tsuboi! Estás vivo. Qué bueno que llegaras hasta aquí".
A unos 4 km al sur hay una isla llamada Ninoshima. En Ninoshima hay instalaciones militares.
Mi compañero de clase dijo: “¡Tsuboi! ¡Vamos allí, vamos!". Pues se estableció un hospital temporal.
“Vamos. ¡Vamos juntos!".
No sabía si mis ojos estaban cerrados o abiertos porque mi cara estaba hinchada. Le dije: “Oh, gracias, pero no podré vivir por mucho tiempo. ¡Tú vive, yo no puedo acompañarte! ¡Haz lo que puedas tú solo!". Y dije que no iría. Luego él dijo: “¡Tsuboi! ¡Qué dices! Tú y yo somos amigos. ¡No puedo ir abandonándote! ¡Oye, Tsuboi! ¡Súbete a la parte de atrás!".
Así que vivo ahora. Fuimos al muelle y cuando subí al bote, vi a muchas personas que se precipitaron y se cayeron al mar. Estaban quemadas gravemente. No recuerdo haber caminado. Alguien me ayudó. En ese momento no había nadie para ayudar. No importaba si me ahogaba o moría.

Me dijeron: “Morirás esta noche”

En la isla, los médicos de combate decían: “Número de edificio, número de edificio" a quienes bajaban del barco. Estaba en el Edificio 10. Los que iban a morir ese día estaban en el Edificio 10.
Después de unos tres días, muchos tuvieron que irse. Dije: “¡¿Por qué?! ¡Hemos escapado hasta aquí!". Luego me dijeron: “No sois militares. Esta es una instalación militar, por lo que todos, excepto el personal militar, deben salir". Ese es el ejército. Pero me dejaron. Moriría en uno o dos días de todos modos. De todas formas, me tocó estar en el “grupo dejado (déjalo como está)". “Los que mueren, deben morir". Luego estuve consciente durante unos 7 días después de llegar a Ninoshima, pero la guerra terminó el 15 de agosto. Perdimos. Estaba inconsciente en ese momento. Ni siquiera sé cuándo terminó la guerra. Todo el mundo se alegró, diciendo: “La guerra ha terminado. ¡Ahora podemos vivir en paz!". Pero yo no lo supe.
Finalmente, me desperté el 26 de septiembre, pero en ese momento ya estaba en mi casa. En mi casa, mi madre dijo: “Sunao, ¿te diste cuenta? La guerra ha terminado". Luego peleé con mi madre. Le dije: “¿La guerra terminó? ¿Perdimos? ¡Qué dices!". “Mamá, llévame al campo de batalla". Yo era un candidato para el ataque especial. Yo estaba bien y era bastante serio. Si la guerra no hubiera terminado, yo no estaría aquí. Habría ido al ataque especial. Iba a unirme al ataque especial, así que me enfrenté con mis padres: “¡Qué dices! ¡¿Qué?! ¡¿Japón perdió?! ¡¿Se repartieron octavillas?! ¡Eso es propaganda! No os dejéis engañar". Yo me enojé mucho con mis padres.
La historia es un poco diferente, pero escuché de mi madre que ella vino a buscarme cuando estaba en la estación de primeros auxilios, diciendo: “Sunaoooo. ¿No está Sunaoooo?". Escuché que, en la última habitación, cuando estaba a punto de darse por vencida, yo inconscientemente levanté la mano. “Estoy aquí". No tengo ningún recuerdo de ese momento. Fue en verano del año siguiente cuando llegué a poder llevar cosas por la casa. No recuerdo cuántos días tardé, pero llegué a poder caminar como gateando.

 

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Posted by abiru