(La nube en forma de hongo que se elevó sobre Hiroshima inmediatamente después del lanzamiento de la bomba atómica. Enfrente, el Mar Interior Seto.)

Permitidme presentarme.
Me llamo “Sunao Tsuboi".
Cuando estaba en la escuela primaria y secundaria, casi nadie me llamaba “Sunao”.
Me llamaban “Naoshi", “Nao”, “Tadashi", y al final, “Choku".
(La nube en forma de hongo que se elevó sobre Hiroshima inmediatamente después del lanzamiento de la bomba atómica. Enfrente, el Mar Interior Seto.)
Según los documentos de la bomba atómica de Estados Unidos, sentí que me habían considerado algo diferente a un ser humano.
Odiaba que me dijeran mi nombre todo el tiempo. Sin embargo, décadas después del bombardeo atómico, mis padres murieron y nadie me llamó por mi nombre correctamente. En ese momento, pensé: El nombre “Sunao", con el que mis padres me nombraron, significa que debo hacer todo lo posible para no desviarme del camino de mi vida". Entonces, nació en mí gratitud hacia mis padres y llegué a poder decir “soy Sunao” al dar mi nombre.

 

Explosión atómica a aproximadamente 1 km del hipocentro

(La nube en forma de hongo que se elevó sobre Hiroshima inmediatamente después del lanzamiento de la bomba atómica. Enfrente, el Mar Interior Seto.)

Hablemos de la escena real.

Mirad el mapa.

El 6 de agosto de hace 71 años, fui expuesto a la radiación en la calle cerca del Ayuntamiento de Hiroshima, a aproximadamente 1 km del hipocentro de la explosión. Tenía 20 años y era estudiante de tercer curso en el Colegio Técnico de Hiroshima (actualmente la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Hiroshima). Iba camino al Colegio. Se decidió que me graduaría en septiembre, y no tenía vacaciones de verano.

Los que estaban a 500 m del hipocentro murieron casi el 100%. Se dice que a 1 km el 60% de las personas murieron.

En ese momento, fui lanzado por los aires desde el lado izquierdo. No sé qué pasó después de eso. Cuando me di cuenta, a mi alrededor estaba completamente a oscuras. La nube atómica se había elevado. Las casas de madera se cayeron, las paredes estallaron y llenaron de polvo el aire.

No podía ver a 100 m de distancia. Al parecer, no sabía cuál era el este y el oeste. Cuando vi mi cuerpo, mis pantalones estaban quemados debajo de mis rodillas. Más allá de eso, mi piel estaba oscurecida por las quemaduras y mi sangre salía corriendo. Pensé: “Dios mío". De mi cintura, mi sangre negra fluía como agua.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Me vengaré de Estados Unidos”

En ese momento, lo que pensé fue: “Malditos, algún día vengaré a Japón. Estados Unidos, resígnate". Pasé la inspección para unirme al ejército y se suponía que debía ir a las unidades de ataque especial japonesas.

“Recuerda Estados Unidos, me vengaré ahora". Fui entrenado por el militarismo, así que eso era todo lo que tenía en mi cabeza. Sin embargo, yo no sabía qué hacer. Tampoco sabía por dónde escapar.

Después de un tiempo, pensé: “Bueno, de todos modos iré a la universidad".

En el camino para escapar encontré una estudiante, joven como vosotras. Ella estaba escapando con el ojo derecho colgando. Yo tenía fuego de la cabeza a los pies. Me dolía la espalda y cuando me quité la camisa, todavía estaba ardiendo. Me escapé con el fuego encendido.

La gente moría amontonada y ennegrecida. Los caballos rodaban por el suelo y los trenes estaban volcados. También, había cadáveres que no se sabía dónde estaban sus caras. Con frecuencia encontraba manos que habían volado. No había nada más debajo de las cinturas. No se sabía adónde habían ido las cabezas.

Creo que la estudiante con el ojo colgando probablemente también murió. En el camino, me dijeron: “Por favor, ayúdame". Pero no sabía dónde estaba esa persona. Así que cuando pregunté: “¿Dónde estás? ¿Dónde estás?", él respondió: “¡Aquí estoy!". Pero no sabía dónde. Mientras tanto, se encendió fuego. Es como si lo abandonara y me escapara. No pude ayudarlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El río se convirtió en “Río de la muerte"

Cuando decía: “Por favor, dame agua", me decían en voz alta: “Espera, si bebes agua, morirás".
Porque todos en la escuela teníamos ese tipo de educación.
Pero no era solamente agua.
Había gente que se tiraba al río. Yo también quería tirarme al río, porque me dolían las quemaduras.
El agua estaba un poco fría, así que todos se metieron.
Los niños pequeños también, no importaba si uno sabía nadar o no.
Y todo el mundo murió.
Las personas muertas fluían por el río.
Así que se convirtió en el río de la muerte.

Visité a mi pariente…
Visité a mi pariente.
Le dije: “Tía, ¿cómo estás? Qué bueno que estés viva. Me alegro de que te salvaras".
Luego, me dijo: “¿Quién eres? No te conozco". Mi cara estaba destrozada en ese momento.
“Soy Sunao Tsuboi. ¡Soy Sunao! ¡Sunao!". Aun diciéndolo tanto, “No, Sunao es un poco más delgado y esbelto. No está destrozado como tú".
Por eso, no me comprendía si solo decía “Sunao". La casa de mi tía estaba destrozada por la explosión. Al verla, dije: “Había un piano en el segundo piso de esta casa, y lo tocaba con Keiko y los parientes. Soy Sunao, que gritaba mucho. Entonces, mi tía dijo: “¡Oh! ¡Conoces todo mi segundo piso! ¡De verdad eres Sunao!".
Mi tía dijo: “Buscaré medicinas en algún lugar, así que quédate aquí, quédate aquí”. Sin embargo. Habiendo dicho “Buscaré medicinas”, no las había. Entonces, pensé que moriría si me quedaba ahí más y dije: “Tía, haz lo que puedas y vive. Yo tengo que ir a la Universidad". Aun así, mi tía me detuvo con fuerza diciendo: “Quédate, quédate".
Pensé que tenía que vivir, así que hice algo miserable. Pateé a mi vieja tía. Si no lo hacía, no me soltaría. Si no me soltaba, moriría. Así que hui desesperadamente. Anduve un rato y pensé en la muerte. Me resigné a morir. Entonces, una mujer que estaba frente a mí dijo: “Parece que se ha establecido un centro de tratamiento temporal al pie del Puente Miyuki. Vamos allí y recibamos tratamiento".
Escuchándola, pensé: “Oh, son unos 200 m. Podríamos ir. Hagamos lo que podamos para llegar". Creo que podéis alcanzar 200 m tan pronto como os lo propongáis. Pero tardé más de una hora. Había casas derrumbadas que creaban sombras. Fuimos gateando entre las sombras. Finalmente, llegamos al pie del puente.
Pero no había un centro de tratamiento ni nada.